Capítulo 78 - Horario de oficina
-Por favor-, murmura Alvez, haciendo un gesto hacia - de todos los lugares - su escritorio. Mientras dudo, se hunde en su silla giratoria, que se desliza hacia atrás unas pulgadas. Al ver mi confusión, su sonrisa crece. -Lamentablemente, tengo pocos asientos en esta pequeña habitación - castillos, con pasillos tan amplios, con... espacios de trabajo tan pequeños.
Mis cejas se levantan cuando hace un gesto hacia el escritorio de nuevo y me doy cuenta de que quiere que me siente allí. Pero simplemente suspiro interiormente de nuevo, haciendo lo que dice y levantándome sobre el escritorio para que mis piernas cuelguen. Las cruzo en los tobillos, inclinándome hacia adelante con las manos presionadas en el borde del escritorio, observándolo con cautela.
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