Capítulo 4 - Vida de chico
Las siguientes dos horas son... una educación en el mundo de los chicos. Estoy sentado en mi litera, encaramada y mirando a mi alrededor con asombro. Esta habitación tiene más de cien chicos en este momento, y todos dormiremos juntos aquí durante la candidatura. Cuando termine, si lo logramos, nos mudaremos al castillo a dormitorios más privados.
Pero ¿en serio? Hasta entonces, estoy un poco... emocionada.
La atmósfera aquí es completamente diferente a cualquier cosa que haya experimentado. Hay gritos, risas, y ya han estallado dos peleas a puñetazos, junto con varias batallas de pulso.
¿Chicas? Todos estaríamos coqueteando tontamente y evaluándonos mutuamente. ¿Chicos? Se dan la mano, se dan palmaditas en la espalda, amigos instantáneos.
Pero luego pasa un chico en ropa interior -no me quejo de eso en sí mismo-, pero mis ojos se abren de par en par de shock cuando, descaradamente, mete la mano en sus calzoncillos y se rasca los huevos.
-Entonces, ¿qué piensas, primo? -dice Jesse, haciéndome saltar cuando aparece a mi lado. Se sube a la litera de Rafe y, usando la palanca, engancha sus brazos sobre el borde del mío, sonriéndome-. ¿Te arrepientes de tus elecciones ya?
-Los chicos son... -susurro, aun mirando a mi alrededor con asombro-. Una especie completamente diferente.
-Creo que a nuestra pequeña Princesa le gusta -dice Jesse con una risa, observando mi fascinación.
Yo también me río y levanto un dedo a mis labios. -No se lo digas a Rafe -susurro, sabiendo que mi hermano, al igual que mi papá, es locamente sobreprotector.
-Tu secreto está a salvo conmigo -susurra Jesse de vuelta, dándome un guiño-. Solo... trata de parecer más varonil, ¿de acuerdo? Estás ahí arriba como un bonito búho, mirando a tu alrededor con esos ojos grandes.
Respiro un poco, dándome cuenta de que probablemente tiene razón. Encorvo un poco la espalda, despliego mis piernas para no verme tan rígida. - ¿Así está mejor? -murmuro, bajando la voz y riendo porque me siento ridícula.
-Simplemente rasca un poco más tu trasero alrededor de la gente -sugiere Jesse con una sonrisa-. Deja que la gente te vea eructar.
Horrorizada, lo miró fijamente. -Absolutamente no.
Jesse se ríe y luego me extiende el brazo, con la muñeca hacia arriba. -Aquí -dice.
- ¿Qué? -pregunto, golpeando sus dedos cerrados, pensando que tiene algún pequeño regalo escondido en su puño.
-No -dice Jesse, riendo, y luego me llama más cerca. Me inclino hacia él y, rápidamente, Jesse pasa su muñeca por ambos lados de mi cuello y luego por mis propias muñecas.
- ¿Para qué es esto? -pregunto, frunciendo el ceño, confundida.
-Marcando el olor -responde en un susurro-. A veces hueles a chica. Esto lo disfrazará un poco, hará que no sea tan obvio.
- ¿No oleré solo a ti? -pregunto, confundida.
Se encoge de hombros. -Somos primos -responde-. Nadie lo notará ni le importará.
-Oh -digo, y luego me recuesto en mi litera mientras Jesse salta y va a hablar con un chico de cabello claro que acaba de llegar para presentarse a Rafe. Ni siquiera había pensado en oler a chica, ¿qué más me delatará?
Intento pensarlo, ideando una estrategia, pero pronto la habitación se llena tanto de hombres jóvenes que no puedo concentrarme en nada más que en observarlos, estudiando cómo se mueven para intentar imitar su estilo y empezar a mezclarme. Ni siquiera puedo seguir quién es quién mientras todos se mueven por la habitación, desempacando sus pertenencias personales y presentándose a sus vecinos.
Es por eso por lo que es tan increíblemente desconcertante cuando mi cabeza gira hacia la izquierda, mis ojos están buscando frenéticamente, porque...
Porque juro que acabo de oler... el aroma más increíble que haya cruzado mi nariz.
Mi lobo salta dentro de mí, lo cual es impactante en sí mismo; ella suele ser tan tranquila que a veces olvido que está allí.
-Encuéntralo -ordena, comenzando a acechar inmediatamente-. Ve a buscarlo, tienes que... es nuestro...
- ¿Qué?! -digo en voz alta, sentándome de golpe, repentinamente un poco asustada. Pero luego levanto mi nariz y casi gimo en voz alta cuando lo huelo de nuevo: ese increíble, asombroso aroma: el mordisco agudo de cítricos, bergamota, el pavimento mojado horneándose bajo el sol de verano, albaricoques y almendras.
Algo se rompe dentro de mí, un giro casi físico que redirige todo en mí; todos mis objetivos, todos mis sueños... simplemente se borran en la búsqueda singular de eso, de él.
- ¡Compañero! -aúlla mi lobo, levantando su nariz al cielo y cantando la palabra, sus pies bailando. - ¡Ve! ¡Levántate! ¡Ve y encuéntralo! ¡Compañero! ¡Compañero! ¡Compañero!
Y mi respiración está entrecortada, presionándome de nuevo contra mis almohadas, porque ahora lo sé -lo sé con certeza en mi corazón y mis huesos- que mi compañero está aquí.
Pero mientras miro a mi alrededor, frenética, algo... algo más cruza mi camino.
Y gimo en voz alta esta vez, mi labio inferior empieza a temblar mientras me quedo sin fuerzas, cayendo de nuevo contra mis almohadas. Tengo que cerrar los ojos contra el aroma a cuero y whisky de él -brasas rojas ardientes y el mordisco agudo de pino en una noche tan fría que incluso el aire se congela.
Y, para mi horror, algo más se rompe dentro de mí, sacudiéndome hasta lo más profundo, tanto que mis hombros comienzan a temblar con ello.
Porque... porque el otro todavía está ahí -y este también.
Ambos siguen ahí, ambos lazos ahora llamándome, instándome a correr en dos direcciones diferentes a la vez.
De repente me siento nauseabunda, mi cabeza gira mientras la gravedad se reorienta en dos direcciones, tratando de apuntar al norte y al sur al mismo tiempo, mi brújula interna gira sin control.
Levanto las manos a mis sienes y doy otro suave gemido.
-Ari, -dice Rafe, acercándose al lado de la cama y mirándome con preocupación. - ¿Estás bien?
Pero no respondo, mis ojos están apretados mientras me concentro en mi lobo, en la ridícula cosa que está diciendo.
Dentro de mí, ella merodea de un lado a otro, dando pequeños saltos de emoción, girando en círculos ansiosos, con la lengua colgando de un lado de su boca.
¡Levántate! Me insta, chasqueando los dientes con alegría, ¡ve y encuéntralos! ¡Ahora!
- ¿Qué?! -le digo, frenética. Pero eso es ridículo - ¡no podemos! ¡Estamos disfrazadas!
- ¡Ve! -ordena, y me encuentro sentándome derecha, mis ojos se abren de golpe, a pesar de mí. - ¡Ve y encuéntralos! ¡Necesitamos conocer a nuestras parejas!
Pero al mirar alrededor de la habitación, todo está demasiado desordenado. Sé que están aquí, pero no tengo absolutamente ni idea de quiénes son.
-En serio, Ari, -dice Rafe, mirándome de cerca. -Estás... muy pálida. ¿Estás bien?
Giro la cabeza para mirar a mi hermano con ojos frenéticos, mi respiración ahora rápida. Detrás de él, veo a Jesse girarse, confundido, mirándome con una preocupación curiosa.
Abro la boca para balbucear algo, cualquier cosa, para rogarles que me ayuden.
Pero antes de que pueda, un fuerte golpe suena en la cabecera de la habitación y todos giramos hacia allí. Todos se quedan en silencio, mirando al Capitán de la Academia parado allí con cuatro sargentos. Es un hombre gigantesco, con un rostro áspero y escarpado, que no parece haber visto una sonrisa en veinte años.
Pero no puedo pensar en eso ahora - mi cabeza sigue girando, y hago todo lo posible para mantener mis ojos hacia adelante y concentrarme en caminar mientras mi cuerpo comienza a adaptarse, sin permitirme distraerme por mi entorno o por mi estúpido lobo, que me está aullando - rogándome que vaya a buscarlos, que los cace, que me quite el uniforme en este momento y…
El Capitán nos mira con ceño fruncido, claramente disgustado con nuestro desorden.
-Formen filas, - gruñe. -Es hora de su primera evaluación.