Capítulo 56 - Denegado en cada giro

Me relajo durante diez minutos en perfecta comodidad, dejando que mi mente divague, pasando mis dedos por mi cabello y deseando un cepillo adecuado en lugar de los pequeños peines escasos que la Academia proporciona a sus chicos, que aparentemente no tienen una necesidad real de cuidado del cabello. Me pregunto pasivamente si hay alguna forma de requisar un cepillo adecuado cuando de repente suena la campana del montacargas. Ansioso, un poco emocionado, me levanto y corro hacia él, emocionado cuando abro la puerta y encuentro un pequeño almuerzo esperándome: solo un sándwich y un vaso de jugo de manzana, pero aún así.