Capítulo 449 Por fin te encontré, mi amor

La luz del sol iluminaba el rostro de Taylor, frío e ilegible, sin arrojar calor. Su ceño se frunció y sus largas y oscuras pestañas ocultaron las emociones que escondían sus ojos. Aún llevaba su camisa de boda, blanca e impoluta, combinada con una pajarita de color rojo vino. Manchas de sangre seca empañaban la camisa, y el polvo se pegaba a su ropa, recordatorio de las largas horas pasadas corriendo sin descanso. Antes su sonrisa me parecía inquietante, casi antinatural, como si nunca le llegara a los ojos. Pero ahora, allí de pie y sin sonrisa, parecía envuelto en una luz trágica y fría, como una figura a la sombra de la luna: aislado y apesadumbrado.