Capítulo 304 Linaje roto
Silas, el tipo de hombre que nunca se inmutaba, había permanecido en silencio ante cada golpe. Incluso cuando se mordió la lengua, fue como si lo hiciera con precisión.
Por mucho que lo torturáramos, ni una sola vez suplicó clemencia ni mostró ningún signo de arrepentimiento.
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