Capítulo 104 Mi padre se arrodilla ante mi estatua
Cuanto más se resistía Luke, más sentía como si la arena se le escurriera entre los dedos, cada vez más deprisa. Observó impotente cómo su espíritu estallaba en el cielo nocturno, como fuegos artificiales, solo para desaparecer en la vasta e interminable extensión. Tras aquella fugaz belleza, solo quedaba el vacío. La pulsera que llevaba en la muñeca era, como su relación, una ruptura repentina cuyas cuentas se esparcían por el suelo.
Luke se quedó estupefacto cuando desapareció de sus brazos, su mente se tambaleaba por la abrumadora conmoción. Corrió hacia la estatua. Su fuerza se agotó como si alguien se la robara. Su cuerpo se desplomó sobre la nieve, pero ignoró el dolor, arrastrándose y tropezando hacia la estatua.
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