Capítulo 125 ¡Si quieres hacer daño, hagámoslo juntos!
Al escuchar las palabras de Tito, Judea dejó de pensar en sí misma y se llenó de ira. Tito se estaba volviendo cada vez más irrespetuoso, incluso la trataba así delante de Esteban. Sintiéndose injusta, volvió a sentarse y apretó con fuerza su pulsera. Se preguntaba cómo podría recuperar su favor en el futuro. Tito sentía que el dolor en su pecho y estómago se intensificaba. Miró a Esteban y dijo:
—¡Papá, el Maestro Góngora es muy astuto! Después de que nos ayudó, sentí aún más dolor.
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