Capítulo 124 Si volviera a ayudar a Judea, sería un tonto
Freya notó que Heraldo no solo se negaba a darle el colgante de jade, sino que también cerraba los ojos. Ella había anticipado este resultado, pero no pudo evitar aferrarse a la esperanza. La realidad una vez más le dio una bofetada en el rostro; el corazón de este hombre era frío y no mostraba piedad por ella.
No pudo evitar preguntarse si Heraldo le daría el colgante de jade a Gema si ella lo necesitara ahora. Cuanto más pensaba Freya en ello, más triste se ponía, pero no podía soltarlo, ni rendirse. Mordiéndose el labio, se acurrucó en el sofá y lloró, triste.
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