Capítulo 70 Dudar de su paternidad
Era evidente lo que quería, por lo que, para no caer en su juego, me acerco a los niños y les hablo directamente sin importar que sea grosera con el hombre que se esfuerza por ser un buen anfitrión.
— Niños, ya es tarde. Debemos irnos a casa y prepararnos para las obligaciones de mañana. Así que, dejen esas cosas en su lugar y vayámonos — digo y los dos se quejan mirándome suplicante.
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