—Está bien. —Hugo pudo ver la preocupación en los ojos de Natalia. Eso pareció ayudar a quitarle un poco de tensión mientras asentía con la cabeza.
Comprendió que ella estaba preocupada por él al igual que él lo estaba por ella hace un momento. Más que una pareja de abnegados esposos, eran también el bálsamo del alma del otro.
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