Capítulo 10 Ese niño se parece tanto a él
Los rasgos faciales de aquel niño se parecían tanto a los suyos. Hugo estaba seguro de que sólo se había acostado con una mujer en todos estos años, y que él supiera, esa mujer nunca había tenido un hijo. Por lo tanto, era imposible que tuviera un hijo ilegítimo por ahí.
Desde su posición en el asiento del conductor, Salvio tenía los mismos pensamientos. Giró la cabeza para mirar hacia atrás, observando el ceño fruncido y pensativo en el rostro de Hugo.
Sugirió:
—¿Debo investigar este asunto, señor Hugo?
En realidad, Salvio había tenido dudas sobre si la mujer que salvó a Hugo hace cinco años era Jazmín. Esto se debía a que había descubierto que era una persona con dos caras y un corazón vil. «¿Cómo es posible que una mujer como ella sea tan amable como para sacrificarse para salvar a otra persona?»
Al oír eso, Hugo miró a Salvio, pero no dijo nada en respuesta. Aunque no hubo intercambio de palabras entre los dos, Salvio comprendió que eso significaba que Hugo había dado su permiso. Y así, el día terminó tan rápido como empezó.
Cuando Natalia los llevó de vuelta a casa, los gemelos ya se habían quedado dormidos en los asientos traseros. Estaban acurrucados el uno contra el otro, formando un espectáculo adorable.
Con la ayuda de Joana, Natalia pudo llevarlos a su habitación. Contemplando a sus hijos dormidos, una cálida felicidad invadió a Natalia. Ahogó un bostezo y se dirigió a la ducha para lavarse. Había sido un día largo pero agradable con los niños, y estaba contenta de haber pasado el tiempo con ellos.
Cuando terminó de ducharse, ya eran las 21.30 horas.
—¿Vino? —Natalia acababa de tumbarse en el sofá cuando Joana le entregó una copa de vino tinto. Sonriendo, Natalia aceptó la copa.
—Parece que estás de buen humor.
Ese mismo día, Joana había estado negociando con un posible socio comercial. Si todo iba bien, la línea de ropa de la próxima temporada de Natalia saldría oficialmente al mercado en Ciudad Alvear.
Una vez que eso sucediera, la marca de ropa que ambas habían fundado juntas «Deseos» tendría su debut.
—Sí. Por fin ha llegado el momento de que las dos disfrutemos de la vida. —Joana se sentó junto a Natalia y brindó por ella.
En el silencio de la noche, el tintineo de sus vasos sonó nítido y claro.
—Felicidades, Nat Por disfrutar de los frutos de tu trabajo.
—Gracias, querida.
Hace cuatro años, Natalia y Joana se conocieron en un restaurante en el extranjero. En ese momento, la vida era difícil para Natalia. Lo único que podía hacer era trabajar como camarera en un restaurante. Mientras tanto, Joana era una estudiante de intercambio que cenaba en el mismo restaurante.
Debido a la lentitud del servicio, las dos se habían peleado. Pero, por alguna extraña casualidad, se convirtieron en las mejores amigas después de esa discusión. Durante todos estos años, Natalia le contó todo a Joana. Ella sabía todo sobre el pasado de Natalia, incluyendo todo el dolor y el sufrimiento por el que pasó. Eran inseparables como la sal y la pimienta. Joana estuvo ahí para Natalia en las buenas y en las malas. Por eso estaba muy feliz por los logros de ella hoy.
«Estoy muy orgullosa de ella. Ha recorrido un largo camino desde entonces».
Para Natalia, Joana era la amiga más atenta y la mejor compañera de trabajo que podía tener. Se sentía muy agradecida y afortunada de tener a alguien como ella en su vida.
—Nat, ahora que la primera fase está completa, ¿qué vas a hacer? —preguntó Joana.
—No tengo ni idea. —Natalia no tenía ningún plan porque no pensaba con tanta antelación.
Cuando se enteró de su embarazo hace cinco años, se vio obligada a vivir cada día como si contara. Esa fue también la razón por la que se convirtió en una mujer que tomó su destino en sus propias manos, forjando su propio éxito a base de puro trabajo. Pero ahora que había alcanzado el éxito, no sabía qué hacer a continuación.
—¿Has pensado alguna vez en buscar al padre de los niños? —preguntó Joana tras un momento de silencio.
Natalia parpadeó sorprendida antes de negar con la cabeza.
—No.
La verdad era que no se atrevía a pensar en la identidad del padre. Después de todo, no tenía ni idea de con quién se había acostado aquella noche.
Al darse cuenta de que no se lo planteaba en serio, la siguiente frase se quedó atascada en la garganta de Joana. De hecho, hubo varias ocasiones en las que Silvia le preguntó a Joana sobre su padre. Cada vez, ella hizo lo posible por evadir el tema por el bien de Natalia.
Sin embargo, una vez que los niños crecieran un poco, sería imposible seguir ocultándoles esto. Al terminar el tema, las dos mujeres siguieron bebiendo mientras disfrutaban de la compañía de la otra. Tardaron en terminar una botella entera de vino tinto antes de que Joana recordara algo.
—Por cierto, me olvidé de darte esto.
Se levantó, fue a su habitación y volvió con una tarjeta de invitación con letras doradas en relieve.
—¿Qué es esto? —Natalia le cogió la tarjeta.