—No hay problema —dijo Joana antes de asentir y marcharse para asignar la tarea a alguien.
No pasó mucho tiempo antes de que la oficina de Natalia se quedara sólo con algunos ramos de flores. No les dedicó ninguna mirada y se dirigió a su mesa. Encontró allí una carta y eso la hizo levantar las cejas. Cuando abrió la carta, vio un poema dentro y dedujo inmediatamente que no era obra de Hugo.
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