Las palabras que Hugo dijo la noche anterior la habían herido de verdad. El hombre ni siquiera quería verla. Por ello, no tuvo la oportunidad de contarle la identidad de los dos niños.
—¡Maldición! Se está desquitando con los niños. ¿Por qué actúa así? ¡Es ridículo! —Joana frunció el ceño en señal de descontento.
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