Capítulo 486 Fiebre
La cabeza le daba vueltas cuando el coche se balanceaba de un lado a otro, y empezó a sentirse mal, como si le hubieran sacado el aire de los pulmones. Por ello, tuvo que mantener los ojos cerrados para no empezar a vomitar.
Hugo la miró con el rabillo del ojo y se dio cuenta de que la mujer ya había caído en un profundo sueño. El hombre pisó menos el acelerador para que el coche no se balanceara tanto. «Dormirá mejor así».
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