—¡Para! —Natalia se paró en seco al interrumpirlo con nerviosismo.
«Odio admitirlo, pero sus palabras me afectaron. ¿Y si todo lo que ha dicho ocurriera? ¿Y si una pieza del motor está defectuosa y yo insisto en conducir el coche con mis hijos dentro? No sería capaz de perdonarme si ocurriera algo terrible».
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