Natalia empujó a la persona que había roto la ventanilla para que se acercara. Su cuerpo se congeló en el lugar mientras miraba al hombre, que se apoyaba en el asiento con la cabeza inclinada hacia un lado y sangraba profusamente.
—¡Saúl! —Ella extendió su mano para empujarle con suavidad.
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