Capítulo 1269 Hay una trampa
Sus dos ojos estaban rojos y llenos de lágrimas. Para demostrar a Saúl que ella y su familia eran inocentes, Joana había pasado más de diez años tratando de averiguar quién era el asesino.
Por desgracia, todos sus esfuerzos no dieron resultado por mucho que lo intentara. Por ello, era natural que se sintiera abrumada por la alegría y el alivio cuando Natalia consiguió encontrar al asesino.
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