Capítulo 328 Con las manos en la masa
En cuanto Yan Wan se dio cuenta de que la mujer la miraba, sintió escalofríos en la espalda; sin embargo, trató de seguir sonriendo. «Tengo que aguantar, son solo dos días más». Al fin suspiró aliviada en cuanto vio que la puerta de la habitación se cerró; no obstante, aún se sentía incómoda, así que se dio la vuelta para pedirle al médico:
—Doctor, puede empezar a aplicarle el ungüento.
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