Capítulo 1 No me casaré contigo
—¡No me toques! ¡Dije que no me toques! ¡Vete!
En la habitación poco iluminada, mientras el pánico se apoderaba de ella, había tensión en el ambiente. Yan Wan estaba encogida por el miedo al borde de la cama, apartándose de él. Pero su figura imponente se acercaba a ella, como una bestia con colmillos y garras, a punto de devorarla.
—¡No te acerques más! Por favor, te lo ruego. ¡Déjame sola!
—Ja, ja. —Se escuchó una carcajada muy siniestra en la oscuridad de la habitación. Era peligrosa como también despreciativa.
Una mano grande la agarró del mentón y, desde la oscuridad, apareció el rostro de un hombre. Podía sentir su aliento caliente mientras le susurraba.
—Hay que pagar por ofenderme. Y ahora, vas a pagar.
«¿Pagar? ¿Pagar qué?» Yan Wan estaba muerta de miedo y no podía pensar con claridad. Intentó defenderse con miedo y gritó:
—¡No, por favor! —Antes de que pudiera terminar de hablar, su voz desapareció como si se la hubiera tragado. No tenía como defenderse—. ¡No! —gritó.
Yan Wan abrió los ojos con asombro. Se esforzó para tapar la luz del sol. Estaba pálida y tenía la frente cubierta de sudor frío. Se movía de manera inquieta, sin poder calmarse. «Un sueño. Era el mismo sueño de nuevo». El dolor entre las piernas era un recuerdo doloroso de la violación horrible de la noche anterior al igual que la amenaza de su agresor cuando se defendió y él se escapó.
—Esto no ha terminado. ¡Volveré y me las pagarás! —Se mordió los labios y gritó.
Todavía tenía algo pendiente con ella, y no era una simple amenaza. Yan Wan solo percibía muerte y desesperación por parte de él. Era un hombre peligroso, y podía aparecer en cualquier momento.
Los dedos de Yan Wan temblaban sin control ya que, mientras trataba de acordarse de lo que había sucedido esa noche fatídica, el miedo se había apoderado de su mente. A pesar de esforzarse, no se podía acordar de nada. No tenía idea quién era, ni como lo había ofendido.
—Señorita Wan, hemos llegado —dijo el chofer. Sus palabras interrumpieron sus pensamientos.
Forzó una sonrisa y miró por la ventanilla, enfrente había una cafetería lujosa. Comenzó a sentirse mareada. Estaba por encontrarse con su prometido, Huo Lichen. Era el soltero más adinerado de la Ciudad del Sur y el actual director ejecutivo de Grupo Huoting. Se rumoreaba que solo le llevó cinco años transformar Grupo Huoting de un negocio de mucho dinero local a un imperio de negocios a nivel mundial. Rápidamente, se hizo de un nombre y era la envidia de todos los empresarios del mundo. Sus métodos eran crueles y despiadados, mientras que su nombre infundía miedo a sus rivales.
Innumerables mujeres de familias prestigiosas trataron, por todos los medios, de ganarse su aceptación con la esperanza de ser la joven ama de la familia Huo. Sin embargo, la mujer elegida había sido una de orígenes humildes. Eso lo había decidido la gran señora Huo, quien la eligió como su futura nieta política.
Yan Wan no sabía por qué Huo Lichen quería encontrarse con ella en el día de su compromiso. Pero era una oportunidad única para rechazar el matrimonio. Era muy probable que fuera el sueño de la vida de cualquier chica; pero para ella, era una pesadilla. La habían violado antes de su boda, y la humillación le pesaba mucho. Estaba a punto de rechazar una propuesta de matrimonio del hombre que era la definición del éxito, y no tenía idea cómo hacerlo. Con sentimiento de culpa, Yan Wan se cubrió las marcas en el cuello que le había dejado su agresor, utilizó su bufanda para taparlas con cuidado.
No había un alma en la cafetería lujosa, lugar donde los clientes eran adinerados y famosos. Ni siquiera estaba el personal. Alejado, en un rincón privado, había un hombre elegante con un traje oscuro a rayas. Por su camisa ajustada se notaba su físico perfecto, y sus piernas largas estaban cruzadas con elegancia. Tenía un rostro hermoso que haría que cualquier mujer se volviera loca. Parecía tallado a mano, labios soñados y una nariz afilada. Su mirada podía quitarle el aliento a cualquier mujer. Era el rostro de un hombre del cual cualquier mujer moriría, mientras otros hombres escaparían de él.
—¿La encontraste? —dijo con una taza de café en sus manos y una mueca de desdén.
Su asistente personal, Wei Qi, se paró frente a él. Hizo una reverencia en perpendicular y comenzó a sudar.
—Lo siento mucho, señor. La cinta de vigilancia del hotel fue alterada. No pudimos recuperar la grabación de quien entró a su habitación anoche. Será imposible identificarla para mañana —dijo Wei Qi con voz temblorosa.
Eso quería decir que la novia de su fiesta de casamiento no sería ella. Pero Huo Lichen no iba a darse por vencido. Había puesto su mirada en esa mujer, y sería suya de una u otra forma. Había cometido el error de ofenderlo y tenía toda la intención de que pagara por ello. La disputa de la noche anterior solo era el comienzo.
—Un mes —dijo Huo Lichen con desdén y arrogancia—. Tienes un mes para encontrarla, cueste lo que cueste.
—¿Qué hay de su compromiso mañana?
Huo Lichen vio de reojo el Bentley y sonrió de forma satisfactoria. «El plan necesitaba una pequeña modificación».
Yan Wan entro a la cafetería, pero no vio a nadie excepto a un caballero. Parecía un asistente, parado a la espera.
—Señorita Yan, el señor Huo la está esperando dentro. Por favor, sígame —le dijo a Yan Wan.
—Bueno.
Desde el chofer hasta la reserva exclusiva, así como el servicio de mayordomo, todo la hacía sentir mucha culpa por lo que le había sucedido y los gestos de su prometido la hacían sentir peor. ¿Quería hablar sobre los detalles de la boda? ¿Cómo haría para abordar la idea de cancelarla? Yan Wan agachó la cabeza por la culpa mientras caminaba. Se detuvo cuando vio un par de zapatos bien lustrados. «Aquí estamos, que sea lo que tenga que ser». Agarró con fuerza el bolso y sonrió al levantar la cabeza.
—¿Cómo está, señor Huo?
Yan Wan quedó sorprendida por la buena apariencia de su prometido. Parecía que había salido de una revista de historietas con su apariencia afable, su piel de porcelana, y su elegancia propia de la realeza. La gente se sentía naturalmente atraída a esas cualidades, y muchos lo admiraban. Sería una blasfemia rechazar a un hombre así.
Yan Wan comenzó a sudar y se la notaba muy inquieta. Sentía como si tuviera un nudo en la garganta, tenía que esforzarse para hablar.
—Estoy aquí para hablar de la boda… —Comenzó.
—Escúchame mujer, no me casaré contigo… —dijo Huo Lichen con un tono condescendiente.
Era evidente que no había lugar para la negociación. Luego, bebió café sin siquiera mirarla.
Yan Wan quedó paralizada con su mente en blanco mientras miraba a Huo Lichen. No podía creer lo que estaba escuchando. «¿No se casaría con ella?» ¡Eso quería decir que los dos tenían los mismos planes!
—Entonces, ¿estamos aquí para terminar nuestro compromiso? —dijo nerviosa tratando de contener el entusiasmo.
—El compromiso seguirá como estaba acordado, y nos divorciaremos un mes después —dijo Huo Lichen.
Levantó la mirada para ver a Yan Wan. Como si fuera un emperador que le estaba otorgando un regalo de beneficencia a sus súbditos, puso un cheque sobre la mesa. Yan Wan quedó asombrada al ver los números del cheque. «¡Tiene seis ceros!» Yan Wan nunca había visto semejante suma en su vida, ¡y podía ser de ella!
—¿Por qué un mes? —preguntó tragando saliva mientras apartaba la mirada del cheque con dificultad.
Tenía más sentido terminar la relación antes del compromiso.
—Eso no es asunto tuyo —dijo con arrogancia.
Huo Lichen se levantó y se fue sin prestarle atención a Yan Wan. No tenía paciencia ni interés por ella. La única persona que le interesaba era la mujer de la noche anterior.
«¿Así sin más?» Yan Wan estaba conmocionada. Lo miró de atrás mientras se iba sin intención de darse vuelta. En un abrir y cerrar de ojos, todo había concluido, y él apenas había dicho unas palabras. Lo que había sucedido le daba un nuevo sentido a la frase «veni, vidi, vinci», «vine, vi y vencí». Pero fue para bien. Solo tenía que aparentar con Huo Lichen por un mes. Después de eso, cada uno seguiría su camino.