«¡Zas!» La mano de Carlos llegó a la cara de Juan en cuanto éste terminó de hablar. La bofetada fue tan repentina y contundente que el segundo quedó estupefacto.
Carlos volvió a golpear al otro hombre a pesar de que le temblaban los dedos por el impacto de la anterior bofetada. Su corazón tiritaba con una mezcla de miedo y rabia.
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