Capítulo 1190 No te atreverías a apretar el gatillo
Kenan, ante la inesperada visión de Claudia empuñando un arma de fuego, se quedó inmóvil, con una mezcla de sorpresa y cálculo en los ojos. Conocía los influyentes antecedentes de ella, pero la posesión casual de una pistola, especialmente en Juarez, donde las normas sobre armas de fuego eran muy estrictas, era toda una revelación. «Indica un nivel de influencia y poder que va más allá de lo ordinario, donde un acto así, para la mayoría, supondría el encarcelamiento de por vida», pensó.
—¿Qué te pasa? —soltó Claudia una risita burlona al observar el silencio atónito de Kenan—. Hace un momento parecías dispuesto a enfrentarte a mí. ¿Por qué esta repentina pérdida de palabras?
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