Capítulo 6 Cloe comprada nuevamente
-Tan buena estuvo Cloe en el baile que me está dando esto señor, la mujer le brillaba su mirada con los rollos de dinero que tenía en la mano, eran varios millones nunca había tenido esa cantidad de dinero junta.
-No, no estuvo tan buena, te estoy pagando lo que su padre te debe, me llevo a la mujer de aquí, si pones alguna objeción, esta será la última vez que este Club estará abierto.
La mujer se sorprendió con las palabras de Sebástian y lo único que se le ocurrió decir fue “llévese a esa buena para nada, con esto la deuda está saldada señor Ward, ya Peter de la O no me debe nada” mientras sus ojos brillaban al ver la generosa cantidad de dinero.
-No quiero una palabra sobre esto a nadie, no quiero que diga que esta mujer trabajó aquí, si eso llega a suceder, créame Petra, me encargaré de usted, usted no conoce a Cloe.
Una amenaza de Sebástian Ward, era algo para temer, así fuera Petra Orlich, le temblaban las piernas con solo pensarlo.
Sabástian tomó a la chica le puso el antifaz, la envolvió en la bata, la tomó en sus brazos y la sacó de aquel lugar por la puerta trasera, sin que nadie los viera.
Llevó a Cloe hasta su auto, condujo a la mansión mientras miraba algunas veces por el retrovisor aquel rostro lleno de dolor de la chica en el asiento trasero.
-Señor, quien es ella, que le pasó, porqué la trae a casa, dijo la señora Sánchez.
Sabástian la miró de mala manera y le respondió, “usted no cree que se está metiendo en lo que no le incumbe señora Sánchez, ella es una amiga que tuvo un accidente, así que haga algo para que cene, que le funcione para la resaca, ella estará en mi habitación, yo trabajaré en el estudio, está claro, a partir de mañana, tómese unos días de vacaciones, no quiero verla aquí.
Por más que la señora Sánchez intentó despertar a Cloe, ella no se despertó, así que la dejó en la cama tal y como Sebástian la había dejado, cobijada con una manta.
Cuando Cloe despertó al día siguiente, se sintió con un fuerte dolor de cabeza, se miró en un lugar completamente desconocido, asustada, se levantó mirando como estaba aun con la ropa vulgar de baile, sintiéndose como una cualquiera.
-toc toc, señorita Cloe, el señor Ward me ha pedido que le deje este paquete, puede abrir la puerta por favor; decía una vos masculina desde el otro lado de la puerta.
-“Hola Oscar” dijo ella asomando solamente el rostro por la abertura de la puerta, “muchas gracias”, dese una buena ducha, el señor Ward la está esperando en el estudio, apresúrese para que no tenga problemas.
-Muchas gracias Oscar.
Que hago aquí, como llegué a este lugar, vestida de esta manera, que pena, parezco prostituta dijo al mirarse al espejo del baño, que pena, debo darle las gracias al señor Ward, Petra me matará cuando regrese.
Cloe se duchó, se puso la ropa que Sebástian le envió, le quedaba perfecta, una pantalón de mezclilla celeste rasgado, una camiseta blanca y unas tenis blancas, la ropa intima, un poco mas recatada de la que llevaba puesta, de color blanco también, al pensar que ese hombre había comprado todo aquello, sintió como sus mejillas se ponían de color rojo.
Qué pena, debo de pagarle a este hombre esto, ahora son dos deudas, la de Petra y la de este patán.
Al bajar, Cloe se topó con la mirada penetrante de la señora Sánchez, la miró de manera como quien ve a un perro sarnoso en la calle.
-¡Buenos días señora!
Pero la mujer le quitó la mirada volviendo a la sala de estar.
-Señorita Cloe, venga por aquí, el señor Ward la espera.
Al entrar al estudio, había dos hombres que ella ya conocía, Mario y Sebástian y otros dos hombres más revisando algunos documentos, pero ella nunca los había visto.
-Buenos días!
-Buenos días dijeron los otros hombres, Sebástian no contestó.
-Señorita de la O, aquí está el contrato de matrimonio, fírmelo por favor.
-¿Qué? Contrato de matrimonio, de que está hablando.
-Ya escuchaste Cloe, firma el documento y punto, dijo Sebástian con sus ojos llenos de ira al ver la negativa de ella.
-Salgan, les dijo a los hombres que estaban en el estudio.
-Mira Cloe, tu eres de mi propiedad ahora, di a Petra una fuerte suma de dinero por ti, así que no hay escapatoria, serás mi esposa y no hay nada más que discutir, tu padre necesita capital para su empresa, así que podría hacer algo si eres mi esposa, él todo se lo juega en apuestas y yo, bueno, yo necesito una mujer para que ya dejen de acosarme todas las mujeres del país, estoy cansado de eso, eres de mi propiedad Cloe, eso que te quede claro.
-Pero señor Ward, que es esto, yo no soy un objeto, porque mi vida ha sido así siempre, dijo con una cara de dolor.
-No es mi problema, ya ves, si te podía comprar, si tenías un precio, el dinero lo puede todo, así tu me veas como un desalmado, después de esta firma, hasta que yo decida te podrás ir de mi lado, agradécelo a tu padre, nunca lo olvides.
-¡Entren! Gritó Sebástian desde el estudio.
Con lágrimas en los ojos Cloe firmó los documentos, mirando a Sebástian con los ojos inyectados de sangre, tenía rabia con él y con su padre por tratarla como una basura.
-Ya se pueden ir, necesito hacer algunas llamadas, dijo Sebástian a los hombres que lo acompañaban, “tu no Cloe, necesitamos hablar”.
-Eres mi esposa, vístete como tal, compórtate como una mujer recatada, no te quiero ver coqueteando con otros hombres, no hagas que me enoje contigo, puedo ser una pesadilla.
-Sí señor, no se preocupe, estar acá y en el Club, creo que será lo mismo, al final es una cárcel para mí.
-Bueno, ya te puedes retirar, Oscar te llevará a comprar algo de ropa, no se te ocurra escapar, porque te juro que te encontraré Cloe, te lo juro, toma esta tarjeta, es tuya, es ilimitada, compra lo que necesites, ya tu universidad está paga, no tienes que preocuparte por eso, mañana iniciaremos con clases de inglés y con algunos cursos de etiqueta, debes ser refinada, ahora eres mi esposa.
Ya vete, tengo cosas que hacer.
Ah Cloe, no se te ocurra decir donde trabajabas antes, eso sería vergonzoso para mí mucho menos ir a ese lugar, ahí nadie te conoce.
-“Sí señor, con su permiso”; dijo ella retirándose del estudio, subió a la habitación y lloró amargamente por horas, sentía como si su padre la hubiese vuelto a vender como quien hace negocios con un animal.
-Señora Ward, la estoy esperando, debemos ir al centro comercial, el señor dio una orden, vamos, no me meta en problemas se lo suplico.
-Hola otra vez Oscar, está bien, has sido bueno conmigo, no te meteré en problemas, tu jefe es una basura y no sé que será capaz de hacerte; espéreme abajo, me lavo la cara y bajo.