La pretensión de normalidad que James imponía en cada almuerzo familiar no engañaba a nadie. Amelia apenas probaba bocado, removiendo la comida en su plato hasta que dejó los cubiertos con un suspiro.
—No tengo hambre. Iré a caminar un poco.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread