Capítulo 52 Una velada con el diablo
El comedor principal de la mansión Kingston brillaba bajo la luz de las arañas de cristal. Los candelabros proyectaban sombras danzantes sobre las paredes tapizadas y los pasillos cubiertos de alfombras carmesí por las que Isabella solía correr de niña junto a Amelia. Ahora, cada rincón guardaba fantasmas de su pasado que se negaba a reconocer.
James Kingston les dio la bienvenida en el salón y sus ojos la recorrieron con apreciación apenas disimulada cuando ella entró del brazo de Nathan. La mano de su hijo se tensó sobre su cintura, apretando con fuerza.
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