Capítulo 146 La gota que derrama el vaso
Sin importar si Jackson le estaba poniendo una trampa o no, si seguía haciendo ruido y molestándola, Ellis no se detendría. Después de dejar clara su postura, terminó la llamada con brusquedad.
El pitido marcó el final de la llamada, y Easton se quedó imaginando la puerta de la casa de Ellis, que se abría con facilidad, con una expresión cada vez más oscura. A pesar de los repetidos timbres del timbre, Ellis permaneció impasible, y Jackson se dio cuenta de que no iba a conseguir su ayuda.
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