Capítulo 2 El desamor de Ellis
Easton sabía que el secuestro la involucraba a ella y a Victoria, pero a él, ella no le importaba en absoluto. Ni siquiera mencionó su nombre; toda su atención estaba puesta en Victoria.
—¡Si le haces daño, te encontraré sin importar dónde trates de esconderte y te destrozaré! ¡Me aseguraré de que pagues por eso!
La voz de Easton permaneció tranquila, llena de confianza, sin rastro de pánico. Ellis sintió que su corazón se rompía en ese instante. Se dio cuenta de que nunca le importó de verdad. A pesar de ser su esposa desde hacía tres años, no podía competir con su exnovia.
Aunque ambas fueron secuestradas, Easton la ignoraba por completo. Con rapidez accedió a pagar el rescate, preocupado solo por Victoria, mientras ella se sentía como si no fuera más que una idiota. Después de terminar la llamada, Nolan no perdió tiempo en enviar los datos para que le efectuara el pago.
Mientras tanto, Victoria esperaba y se comportaba con la arrogancia de una rica heredera, negociando con los secuestradores. Les aseguró que, siempre que ella saliera ilesa, además del dinero de Easton, la Familia Brooks también le daría una gran suma. Impulsados por la codicia, los secuestradores centraron su atención en extorsionar a la Familia Brooks.
Mientras tanto, Ellis permanecía muy callada. Por fuera, parecía tranquila, pero por dentro su espíritu se derrumbó. Media hora después, recibieron ambos pagos, y Nolan hizo una señal a su cómplice para que procediera. El hombre tomó un garrote que prepararon antes. El terror invadió a Ellis, al ver al hombre de pie detrás de ella con el garrote levantado… Con voz temblorosa, apenas logró decir:
—¿Van a matarme? —Antes de que pudiera reaccionar, le dieron un fuerte golpe en la parte posterior de la cabeza.
Ellis se despertó un tiempo después, con la cabeza retumbándole de dolor. Estaba por completo a oscuras, con un hedor horrible en el aire.
«¿Estoy muerta?».
Temblando de miedo, Ellis movió las manos y se dio cuenta de que todavía las tenía atadas, lo que confirmaba que seguía viva. Cuando su visión se ajustó a la oscuridad, vio que los secuestradores y Victoria ya no estaban.
«¿Qué estaba pasando?».
En ese momento, una luz deslumbrante se encendió de repente.
—¡La Señora Hudson está aquí!
«¿Quién dijo eso? ¿Vino Easton por fin a rescatarme?».
Ellis, llena de esperanza, trató de ponerse de pie, pero no pudo debido a sus manos y pies atados. Al verla intentar incorporarse, el hombre que sostenía la linterna se apresuró a ayudarla a levantarse y le preguntó:
—Señora Hudson, ¿se encuentra bien?
—Me duele mucho la cabeza —respondió Ellis. No reconoció al hombre, pero, como se dirigió a ella como Señora Hudson y la desató, supuso que estaba allí para rescatarla—. ¿Es usted uno de los hombres de Easton? ¿Está aquí, Easton? ¿Dónde está?
—Soy el guardaespaldas del Señor Easton. Él está aquí, él… él está… —La vacilación del guardaespaldas al hablar, inquietó a Ellis.
—¿Qué pasa? ¿Lo lastimaron los secuestradores? —preguntó, cada vez más preocupada.
—El Señor Easton está afuera. Permítame ayudarla a salir. —La reticencia del hombre a responder de forma directa a sus preguntas hizo que Ellis arrugara la frente confundida.
Cuando salieron del almacén abandonado, Ellis vio un campo abierto con muchos autos estacionados. Destacaba un Bugatti negro con la matrícula A999999. Era el vehículo que Easton utilizaba con más frecuencia.
—¿Está Easton en el auto? —preguntó.
Antes de que le dieran una respuesta, sus ojos pusieron atención en una pareja que estaba no muy lejos. ¡Eran Easton y Victoria, abrazados! Victoria tenía la cabeza acurrucada en el pecho de Easton, con los brazos aferrados a él.
Easton estaba allí de pie, moviendo los labios mientras le hablaba. Su expresión, por lo normal fría, lucía suave y llena de una ternura poco común. Parecían una pareja muy enamorada, con Easton calmando a su asustada amante.
A su alrededor estaban policías, médicos y miembros de la Familia Brooks, todos con expresión preocupada. Presenciar esa escena golpeó a Ellis con una fuerza insoportable, destrozando al momento su frágil esperanza.
«Pensé que Easton pudo pasar por alto mi secuestro, pero al final apareció para salvarme. Y que tal vez se preocupaba un poco por mí, ¿verdad?».
Pero la brutal realidad era clara. Easton no estaba ahí por ella. Ella era tan solo una ocurrencia tardía, un extra en su misión de rescate de Victoria. Desde el principio, ella solo era la Señora Hudson de nombre, nunca de verdad en el corazón de Easton. Era evidente a quién Easton amaba de verdad.
Ellis sentía su corazón, como si fuera cortado en pedazos, y las lágrimas brillaban en sus ojos. El guardaespaldas que la sostenía notó su reacción y entendió por qué se sentía así. Después de todo, Ellis era la legítima esposa de Easton, la Señora Hudson.
Sin embargo, el Señor Easton estaba abrazando a otra mujer, sin prestarle ninguna atención a su esposa. ¿Cómo no iba a afectarla? Era natural que se sintiera devastada. El guardaespaldas intervino con rapidez para distraerla.
—Señora Hudson, espere aquí. Traeré al médico para que la revise.
Pero Ellis no escuchó sus palabras. Su mente se inundó con un solo pensamiento.
«Las dos fuimos secuestradas, pero toda la atención se dirigen hacia Victoria. ¿Qué me queda a mí?».