Capítulo 6 La batalla por el divorcio
Victoria se acercó a Easton y le dijo molesta.
—¡Easton, no puedes dejarlo libre! ¡Se merece un castigo más duro! Me golpeó cuando me secuestraron. Me dolía mucho y estaba aterrorizada de no volver a verte. Él… —El sonido de un teléfono interrumpió sus palabras.
Era el teléfono de Easton. Él miró la pantalla y le dio instrucciones a Jackson.
—Cuando termines, lleva a la Señorita Victoria a casa. —Luego salió de la comisaría.
Después de cinco años trabajando como asistente de Easton, a Jackson le costaba entender a su jefe, sobre todo después de que Victoria regresara del extranjero. Jackson no podía adivinar lo que Easton estaba pensando.
Todo el mundo sabía cuánta influencia podía tener un primer amor. Incluso una sola lágrima o un pequeño gesto suyo podían hacer que la gente actuara de forma irracional. Pero Easton era un hombre casado y, en los últimos días, se entregó de lleno al caso del secuestro, prestando toda su atención a Victoria. Mientras tanto, Ellis parecía olvidada por completo.
A este ritmo, era muy probable que sustituyera a la actual Señora Hudson. Mientras Jackson terminaba de tratar con los secuestradores y se preguntaba adónde fue Easton, no tenía ni idea de que su jefe recibió una llamada de su guardaespaldas en el hospital, informándole de que Ellis recuperó la conciencia, por lo que Easton fue directo allí.
Al entrar en la habitación del hospital, Easton vio a Ellis medio sentada en la cama, con Maya sentada a su lado. Ambas mujeres se sorprendieron al verlo. Pero entonces, los ojos de Maya se llenaron con rapidez de hostilidad. Ese sentimiento parecía surgir de la nada, y Ellis le dio la espalda, negándose a mirarlo. Easton arrugó un poco la frente. Maya se puso de pie de inmediato, tomó un documento que acababan de redactar y caminó directo hacia Easton.
—¡Señor Easton, llega justo a tiempo! En nombre de mi clienta, ¡le presento esta solicitud de divorcio! Este es el borrador del acuerdo de divorcio en el que mi clienta y yo trabajamos. Por favor, revíselo.
Aunque Maya era una abogada experimentada, no solía ocuparse de divorcios. Pero cuando su mejor amiga la necesitaba, no podía ignorarlo. Sobre todo, después de que su amiga llorara en sus brazos durante tanto tiempo, era algo que Maya nunca presenció en sus veinte años de amistad.
«¡El culpable de todo esto es Easton!».
Para Maya, Easton no era diferente de los oponentes con los que se encontró en el pasado. Su tarea consistía en ayudar a su mejor amiga a solicitar el divorcio con éxito, y una vez que asumió su papel profesional, Maya mantuvo una actitud estricta y profesional. Después de terminar de hablar, esperó a que Easton tomara los papeles del divorcio, lista para volver con Ellis y ofrecerle su apoyo.
Sin embargo, tenía sus preocupaciones. Tenía miedo de que su mejor amiga no estuviera por completo decidida a seguir adelante con el divorcio y que tan solo estuviera actuando por frustración. Más adelante, Ellis podría aferrarse de nuevo a Easton, haciéndose daño otra vez. En ese momento, Maya molestó a Easton y se encontraría en una situación difícil.
Debido a esto, aunque las acciones de Maya parecían muy profesionales y asertivas, se basaban por completo en la iniciativa de Ellis, lo que hizo que su confianza flaqueara un poco. Cuando le presentó el inesperado acuerdo de divorcio, y mientras Maya se refería a Ellis como su clienta, la expresión de Easton apenas cambió, pero sus labios y frente se fruncieron de forma ligera.
—¡Ellis! No te cansas de esto, ¿verdad? —La voz profunda y lenta del hombre resonó en la habitación del hospital, y un ligero escalofrío pareció llenar el aire.
Esperar calidez o compasión de alguien que no la quería era una esperanza ridícula, y Ellis no se sorprendió en absoluto por su reacción.
—¡Se acabó! —dijo ella, mirándolo directo a los ojos—. Quiero el divorcio, y lo digo en serio. Maya ya preparó el acuerdo de divorcio. Si no tienes objeciones, fírmalo y fijaremos una fecha.
—¿Fijar una fecha? ¿Fijar una fecha para qué? —espetó Easton, interrumpiéndola —. No tengo tiempo para tus tonterías. —Antes de que pudieran reaccionar, Easton arrojó los papeles del divorcio que tenía Maya en la mano a la basura. Maya se quedó allí, estupefacta. No esperaba que Easton desechara el acuerdo, tratando el divorcio como algo insignificante. Al darse cuenta de que ahora era una discusión privada entre la pareja, se hizo a un lado en silencio, sin querer interrumpir—. ¡Sé lo que estás tramando! Sin un certificado de divorcio oficial, puedes negar con facilidad cualquier acuerdo firmado. E incluso si consiguiéramos el certificado, me rogarías con descaro que te acepte de nuevo.
De pie, erguido sobre ella mientras ella estaba reclinada en la cama, Easton la miró con aire de superioridad, sus palabras rezumaban desprecio, lo que hizo que Ellis se sintiera abrumada. Furiosa, se levantó de la cama y le reclamó.
—Tú no quieres este matrimonio, así que ¿por qué es un problema que te pida el divorcio? ¿No es eso lo que quieres? Te juro que, una vez que nos divorciemos, nunca volveré a suplicarte que vuelvas conmigo. —En ese momento, lo único que quería era liberarse de Easton y escapar del dolor de su relación rota.
—¿Piensas que me estás haciendo un favor? ¡No, solo me estás haciendo perder mi valioso tiempo! —se burló Easton. Le lanzó una mirada fría y desdeñosa a Maya y a la computadora que tenía cerca, y con una mirada autoritaria le indicó a Maya que tomara notas—. ¿Sabes siquiera lo que implica un divorcio de verdad? El primer paso es dividir los bienes. Maya, ya que representas a Ellis, ¿empezaste ya con eso?