Capítulo 3 La gota que derramó el vaso
No, tenía que hacerse esa pregunta crucial.
«¿Qué significo yo para él? ¿No soy más que la tercera en discordia, que interrumpía el reencuentro entre él y Victoria? Easton no me ama; eso es doloroso y claro ahora. Su primer amor, Victoria, regresó, y con Easton ahora posicionado con firmeza como el heredero de la Familia Hudson, él duplicó la fortuna de la familia, ¿qué quedaba para retenerlo conmigo? La Familia Brooks no podía esperar un yerno mejor. Sin duda, el divorcio era el siguiente paso, y Easton retomaría su relación con Victoria».
Jackson, de pie junto a Easton y Victoria, notó que Ellis estaba inmóvil. Miró a Victoria, que sollozaba en los brazos de Easton, y luego se dirigió a Easton.
—Señor Easton, encontraron también a la Señora Hudson. —Al escuchar eso, los ojos de Victoria recorrieron el área.
Ellis se quedó quieta, con los ojos fijos en Easton y Victoria, como una estatua atrapada en el lugar. Los labios de Victoria se curvaron en una sonrisa sutil, casi imperceptible, antes de aferrarse a Easton aún más fuerte, con la voz temblorosa y suave, fingiendo miedo.
—Easton, esos secuestradores daban mucho miedo. Me trajeron hasta aquí, y si no fuera por ti… —Antes de que pudiera terminar, su cuerpo tropezó. Easton ya la hacía a un lado.
Victoria se sorprendió al ver que Easton se quitaba la chaqueta y se la entregaba a Jackson. Con la frente arrugada, Easton le dijo:
—Tírala. —En este lugar desolado, cualquier lugar podía servir para tirar basura, así que Jackson decidió caminar un poco más para deshacerse de la chaqueta. Una vez que Jackson se hizo a un lado, la mirada de Easton por fin se encontró con la de Ellis. Sus rizos largos y negros estaban un poco despeinados y su esbelto cuerpo parecía frágil en el viento. Estaba con claridad conmocionada, su expresión habitual intensa desapareció, dejándola con una mirada pálida y en blanco—. ¿Estás bien? —La pregunta de Easton fue indiferente, como si no le importara mucho, mientras se acercaba.
Ellis soltó una risa amarga.
—Todavía no estoy muerta…
Easton la examinó. No tenía heridas evidentes.
Mientras tanto, la Familia Brooks estaba acercando a los dos médicos que llevaron para que atendieran a Victoria.
—Cuando los médicos terminen de revisar a Victoria, vendrán a verte.
Ellis siempre fue fuerte y Easton esperaba que se recuperara con rapidez. A diferencia de Victoria, Ellis no era de las que se rinden con facilidad. De hecho, asumió que ahora que habló con ella, acudiría a él en busca de consuelo, como siempre lo hacía. Pero las cosas no salieron como Easton esperaba. En lugar de eso, Ellis habló de forma lenta y clara.
—Vamos a divorciarnos.
Los acontecimientos de hoy le demostraron que aferrarse a sus fantasías tristes y desesperanzadas no tenía sentido. Amo a Easton en secreto durante cuatro años, pasó dos años luchando por ser su esposa y estuvo casada con él durante tres. Casi diez años desperdiciados con alguien que la veía solo como una extraña.
No tenían un futuro juntos. En lugar de vivir con el miedo constante de que Easton se divorciara de ella algún día, decidió que era mejor poner fin a la relación ella misma. Mientras sus palabras se asentaban, Easton arrugó la frente con profundidad.
—¿Divorciarnos? ¿Qué tontería es esa? ¿Todo esto es porque no les creí a los secuestradores la primera vez que me llamaron? —Su voz era aguda, casi burlona, como si su petición de divorcio fuera una especie de broma de mal gusto.
—¡No estoy bromeando! ¡Quiero el divorcio! —La voz de Ellis era firme y estaba llena de determinación.
—¡Deja de hacer el ridículo! No estás pensando con claridad, da primero tu declaración a la policía. Todavía no capturan a los secuestradores. —Easton desestimó sus palabras, era claro que no la tomaba en serio.
Él asumía que conocía muy bien quién era Ellis.
«Es la hija adoptiva de mi tía, movida por la vanidad y la codicia, alguien que quería formar parte de la Familia Hudson con desesperación. Planeó su camino hacia mi vida, incluso seduciéndome para convertirla en la Señora Hudson. Teniendo en cuenta lo mucho que sacrificó para conseguir ese puesto, no había forma de que renunciara a él, así como así. Es probable que solo está haciendo un berrinche. Si accedo a divorciarme, se arrepentiría y hará un escándalo mayor más adelante».
Mientras Ellis lo miraba de forma fija, se dio cuenta de lo lamentable que era su situación. Ya ni siquiera se molestaba en ocultar su relación con Victoria. Lo hacía de forma abierta, sin preocupaciones. Nadie la defendía; actuaban como si no sucediera nada. Ser la Señora Hudson no tenía sentido.
—Easton, tú… —El dolor y la ira colisionaron en su voz, haciendo que la elevara.
Pero antes de que pudiera continuar, su visión se oscureció y se derrumbó. El cuerpo de Ellis se desplomó, pero Easton la tomó antes de que cayera al suelo.
—Ellis, ¿te encuentras bien?
No hubo respuesta; sus ojos se cerraron.
«¿Perdí el conocimiento?».
Easton gritó con urgencia.
—¡Doctor, por aquí!
Los médicos, siguiendo las órdenes de Easton, se apresuraron a acudir. Victoria, que se quedó sola, hizo un gesto de insatisfacción al verlos alejarse de forma apresurada.