Capítulo 28 Deseos enredados
Si Easton podía entrar, significaba que desbloquearon la puerta. Ellis se arregló con rapidez el flequillo, se dio la vuelta y fue a buscar su bolso al sofá, lista para irse. Pero cuando se agachó para agarrarlo, sintió una calidez desconocida detrás de ella, seguida de un peso que la empujó hacia el sofá y le hizo dar vueltas la cabeza.
El mareo se fue desvaneciendo poco a poco y fue reemplazado por un calor mucho más intenso que el que sintió antes de la ducha. Ellis miró el cuerpo de Easton sobre ella y sintió que su cuerpo se calentaba aún más. Estaba a punto de perder el control, su piel ansiaba su tacto.
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