Capítulo 339 La imprudencia de la juventud
La mañana llegó, la nieve había cesado, y las flores de ciruelo carmesí se desplegaron, sorprendentemente vibrantes contra el paisaje helado.
Hazel sostenía unas tijeras, mientras Hattie llevaba una cesta. Cuando Hattie presionaba una rama hacia abajo, esta volvía a saltar, sacudiendo una ráfaga de nieve que caía directamente sobre el rostro de Hazel. Hazel jadeó, luego frunció el ceño, "¡Oh, ahora estás muerta!"
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