Capítulo 8 ¿Qué te satisfará?
Bajo la palma de Emily, su pecho firme y poderoso latía con fuerza. En la oscuridad, no podía ver su rostro, pero la cercanía le permitía sentir que este hombre era alto, robusto y bien formado. Su aliento comenzaba a volverse pesado, y la tensión en el aire era palpable.
-Pero... ¿al menos déjame saber quién eres? -preguntó, su voz temblorosa por la mezcla de confusión y deseo.
-Lo sabrás, pero no ahora -respondió él, el beso volviéndose más profundo mientras se detenía en la comisura de sus labios-. Lo siento, me emocioné demasiado anoche y te lastimé accidentalmente.
El calor de su aliento la envolvía, y Emily sintió que sus fuerzas se desvanecían poco a poco, la cabeza pesada y mareada. A pesar de eso, su mente aún luchaba por mantener algo de racionalidad.
-No sé quién eres. ¿Cómo podemos cumplir nuestro contrato? ¿Y si confundo a otra persona contigo?
-No sucederá -dijo él con una voz seductora, cargada de poder-. Eres mi mujer, y nadie se atreve a tocarte.
La noche pasada había sido un torbellino de pasión, y cuando Emily despertó, la habitación estaba vacía. El recuerdo de lo ocurrido parecía un sueño: confuso, ardiente, y lleno de sensaciones abrumadoras. Pero las marcas de su amor en su cuerpo le demostraban que no había sido solo un sueño.
Diez minutos después, Olivia apareció, sosteniendo una caja de píldoras.
-Aquí están los anticonceptivos que me pediste que trajera. ¿Necesitas agua? -preguntó con tono pragmático.
Emily negó con la cabeza y, sin dudar, se tragó la píldora directamente.
Las pruebas del hospital habían mostrado que sus trompas de Falopio estaban bloqueadas, lo que hacía imposible el embarazo, pero aun así tomaba precauciones.
Ella y el Sr. Satanás habían estado juntos dos veces, y no era su período seguro. Para evitar cualquier accidente, le pidió a Olivia que le trajera anticonceptivos.
Al escuchar esto, Olivia frunció el ceño.
-Dios mío, ¿este Sr. Satanás tiene algún fetiche especial?
Emily levantó la vista y tragó la píldora. Las palabras de Olivia la hicieron pensar.
-No, es joven, de la edad de Nathan.
Olivia parecía aún más confundida.
-Entonces no entiendo por qué haría esto.
La mente de Emily estaba hecha un lío, con un leve sabor amargo de la píldora en su boca.
- ¿Y cómo es él?
Emily frunció el ceño.
-Demasiado oscuro para verlo claramente.
- ¿Y su físico?
Recordó la noche anterior: sus brazos fuertes, su pecho ancho, su cintura delgada y sus piernas poderosas durante el amor...
-Su cuerpo está bastante bien.
Olivia soltó una risita.
-Solo preguntaba por su físico. ¿Por qué te sonrojas?
-No lo estoy...
-No hace falta negarlo -respondió Olivia mientras desplazaba su dedo por la pantalla del móvil-. Parece bastante rico también, ofreciéndote cinco millones así sin más. De verdad le gustas.
Emily apretó los dedos y ajustó su ropa, nerviosa.
-Olivia, ¿estoy haciendo algo mal?
- ¿Qué tiene de malo? Deberías apurarte a divorciarte de Nathan. Ya sea que estés con el Sr. Satanás o no, no puedes seguir atada a ese desgraciado. Créeme, consigue el divorcio. Estarás mucho mejor sin él.
Emily estaba convencida de que necesitaba hacerlo cuanto antes.
- ¿Por qué siento que este Sr. Satanás te ha tenido en la mira desde hace tiempo, esperando a que te decidas a divorciarte de Nathan para no poder resistir más poner sus manos sobre ti? -Olivia cruzó los brazos, observando a Emily con curiosidad.
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Emily se sorprendió, una sensación extraña la invadió. - ¿Cómo puedes pensar eso?
Olivia sonrió con ironía. - ¿Por qué no? Piénsalo bien. Si te ofrece una fortuna solo por una noche, ¿no sería tonto de no aprovechar la oportunidad?
Emily mordió su labio, pensativa. -Pero... ¿qué podría ver en mí? Estuve casada antes, y ni siquiera puedo tener hijos. ¿Por qué alguien como él se interesaría en mí?
Olivia levantó una ceja, desafiándola. - ¿Por qué te menosprecias tanto? Si un hombre te ama, ¿no es lo más natural del mundo? Y, claro, este hombre parece tener dinero, pero eso no lo hace menos humano. ¿Por qué crees que no mereces ser amada?
Las palabras de Olivia dejaron a Emily en profundo silencio. Pensó nuevamente en el Sr. Satanás, recordando su presencia. Él no imponía con palabras, pero había algo en él que irradiaba poder, una autoridad innata. No era el tipo de hombre que pasaba desapercibido.
¿Podría un hombre como él llegar a amarla?
En apenas tres días, su vida había cambiado radicalmente. Sin embargo, al mirarlo en retrospectiva, todo parecía un eterno cambio de un infierno a otro. Incluso si Nathan no hubiera estado con Sophia, Emily sabía que su matrimonio nunca habría sido feliz.
El matrimonio había sido un error desde el principio.
Tal vez el divorcio era lo mejor, una salida a la desesperanza que había estado arrastrando tanto tiempo.
En cuanto a Sophia, pensó con determinación, ya no tenían lazos que los unieran.
El teléfono de Emily sonó, interrumpiendo sus pensamientos.
- ¿Hola? -respondió, un nudo en la garganta.
La voz de Nathan, cargada de desdén, la hizo tensarse. - ¿De nuevo con otro hombre anoche, Emily?
La rabia de Emily se desbordó. -Nathan, ya es suficiente. Tengo tiempo ahora. Vamos a divorciarnos.
- ¡Te estoy haciendo una pregunta, respóndeme! -la voz de Nathan retumbó en el teléfono, cargada de furia.
Emily, impasible, respondió con frialdad. - ¿De qué sirve que te preocupes por eso ahora? Sí, estuve con él. ¿Ya estás satisfecho?
La explosión de Nathan fue inmediata. - ¿No te advertí sobre esto?
Emily dejó escapar una risa amarga. - ¿Qué quieres que haga, Nathan? Si quieres el divorcio, estoy de acuerdo. Tu mamá dijo que no me daría ni un centavo, está bien, no pediré nada. Si quieres estar con Sophia, no te lo impediré, abriré el camino para ustedes dos. En los cuatro años de nuestro matrimonio, hice todo lo que quisiste. Nathan, estamos a punto de divorciarnos, ¿qué más necesitas para sentirte satisfecho, para dejar de intimidarme?
La voz de Nathan se tornó más grave, con un tinte de amenaza. -Emily, debes tener cuidado, ¡te están engañando!
Emily no cedió, su tono más helado que nunca. -No tengo dinero, no tengo casa, y mi padre está enfermo. ¿Qué clase de engaño puede haber en todo esto?
Nathan suspiró, como si estuviera tratando de controlarse. -Eres una mujer bonita, Emily. Yo soy un hombre, y entiendo cómo piensan los hombres. Sus intenciones hacia las mujeres van más allá del dinero, y deberías saber a qué me refiero.
Emily frunció el ceño, confusa. - ¿Estás diciendo que me están engañando por sexo?