Capítulo 47 47
Inglaterra.
Las puertas del imponente castillo se abrieron con un estruendo que resonó en el frío aire. Caminé con firmeza hacia el interior, sintiendo la presión de miradas inquisitivas y llenas de desdén. Cada paso me acercaba más a mi objetivo, y el odio que sentía era una llama ardiente en mi pecho. Para lograr lo que deseaba, necesitaba la ayuda del único hombre cuyo odio igualaba, o incluso superaba, el mío.
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