Capítulo 88 88
El frío calaba mis huesos; cada ráfaga helada parecía penetrar más allá de mi piel, dejándome temblando incontrolablemente. Mis manos estaban entumecidas, cada respiración que tomaba era un tormento. Mis pulmones ardían como si estuvieran en llamas. El frío era insoportable, una tortura que no podía comprender ni soportar.
—Ayuda —dije a la nada, mi voz apenas un susurro apagado.
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