Capítulo 48 48
Grité hasta que mi garganta se rasgó; el dolor que sentía me partía en dos, era insoportable. Mi pecho se sentía vacío, toda mi energía estaba drenada. De repente, un estruendoso trueno resonó en el cielo, un eco del tormento que embargaba mi alma. Miré a mi bebé en mis brazos, su pequeño cuerpo inmóvil, como si el destino mismo hubiera decidido arrebatarme toda esperanza.
—No, por favor — supliqué con una voz rota.
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