Capítulo 122 El resto de nuestras vidas
Cuando estaba con Crespo, siempre se comportaba como una hermana mayor. ¿No debería un hombre más joven como él encariñarse con alguien de su edad? Como esas adorables e inocentes universitarias o incluso chicas de instituto. ¿Cómo era posible que le gustara a Crespo? Por mucho que Amalia pensara en ello, parecía muy poco probable.
—Ha admitido que le gustas. Pero no me malinterpretes. Su incorporación al equipo de mi padre se basó exclusivamente en tus excepcionales habilidades —se apresuró a aclarar Jeremías.
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