Capítulo 117 Nunca te encontré vieja
Mateo levantó los ojos al oír el sonido y fue recibido por una visión tentadora. La mujer que tenía delante tenía la piel tan pálida que parecía brillar. Su mirada era la de una seductora inocente, inconsciente de su propio encanto. El brillo del agua acentuaba su figura.
Cualquier otro hombre en su lugar podría haber sentido un impulso criminal. Mateo nunca negó que Amalia era su tipo. Cada movimiento de ella despertaba con facilidad sus emociones. Amalia se percató de la persistente mirada de Mateo y se sintió un poco desconcertada.
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