Capítulo 11 Glorificarse
Las obras de ese pintor suelen rondar el millón en subasta. Si se vendiera en aquella calle, sin subastar, quizás podría alcanzar alrededor de 500 mil. En ese momento, estaba centrada únicamente en conseguir un regalo de cumpleaños para Lourdes, sin plantearse venderla. Pronto encontró una tienda de antigüedades y entró.
Al ver que se trataba de una joven, el jefe se limitó a levantar la vista, con un comportamiento frío e indiferente. Los dueños de esas tiendas de antigüedades tenían ojos agudos. De un solo vistazo, se daban cuenta de que Amalia no estaba allí para hacer una compra.
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