Capítulo 20 Un parecido con un niño abandonado
Mateo había sentido una pizca de impaciencia, pensando que Amalia había fingido tropezar y caer en sus brazos. Sin embargo, su enfado se desvaneció al escuchar su explicación. Tenía la tez muy pálida y un poco de sudor en la frente. Era evidente que estaba enferma.
—Estoy bien. Por favor, llévame de vuelta a la Mansión Mar Estrellado. No quiero que la abuela se preocupe, y además temo contagiarle mi resfriado —volvió a decir Amalia a Mateo.
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