Capítulo 65 No te quiebres alessa
El aire en la habitación era denso, cargado con el olor rancio de humedad y desesperanza. Cada respiración parecía un esfuerzo monumental, como si el aire mismo se negara a entrar en sus pulmones. El silencio era apenas roto por el eco lejano de gotas de agua cayendo, como un reloj de arena que marcaba su resistencia. La oscuridad la envolvía, haciéndola sentir como si el mundo se hubiera reducido a esas cuatro paredes, donde el tiempo se detenía y la realidad se desdibujaba.
Sentada contra la fría pared, Alessa sentía el hormigueo de sus extremidades entumecidas. El hambre ya no era un simple malestar; se había convertido en un dolor punzante que retorcía sus entrañas. El pan duro que le habían dado esa mañana y que ahora veía ser devorado por un roedor en la esquina, parecía un lujo que solo podía observar desde la distancia.
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