Capítulo 97 El amor tardío vale menos que la hierba
León se sorprendió cuando Melinda lo llamó despreciable. De repente, estalló en risas. Cuanto más reía, más fuerte se volvía, y sus ojos se pusieron rojos. Melinda nunca había visto a León comportarse tan imprudente. Con rostro serio, dijo:
—León, ¿me estás escuchando? No me gusta Simona. Ya que ya terminaste con ella, es mejor así. No pienses más en ella. Judea es tan buena, gentil y amable. Es como una pequeña hada y mi nuera ideal. Escúchame, persigue a Judea y cásate con ella. —Apareció como una madre amorosa y enfatizó—: No te haré daño.
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