Capítulo 10 El síndrome y los enormes gastos médicos
Mientras Daniel hablaba lentamente, una sonrisa juguetona apareció en el rostro de Lidia.
—No está mal, parece que tienes algo de conocimiento. Es bastante extraordinario que sepas de la enfermedad de mi infancia. Sin embargo, ya me he recuperado.
Una pizca de decepción apareció en los ojos de Lidia. Tenía muchas esperanzas puestas en Daniel antes de ir y estaba muy interesada. Aunque había demostrado sus habilidades médicas, no era tan impresionante como ella esperaba.
—¿Recuperado? —Daniel se rio un poco, sacudiendo la cabeza—. Creo que su enfermedad no se ha curado; más bien, se ha vuelto más grave.
Lidia alzó una ceja, un dejo de disgusto apareció en su rostro.
Daniel la ignoró y continuó:
—La razón por la que no ha experimentado la condición débil y enfermiza de su infancia se debe solo parcialmente a un aumento en su sistema inmunológico. A medida que una persona crece, su sangre y qi se fortalecen poco a poco, y su fuerza y velocidad aumentan en consecuencia. Su síndrome no ha desaparecido, sino que se ha fusionado con su sangre y tu qi. Como resultado, aunque puede suprimir temporalmente esta frialdad, penetrará en su sangre y qi con el tiempo, erosionando sin parar su vitalidad.
Las palabras de Daniel hicieron que los ojos de Lidia mostraran un atisbo de fastidio. Sus palabras le parecían infundadas.
—Durante la menstruación mensual, debe sentir mucho frío, con un dolor insoportable y una sensación de estar en vilo. No importa qué método use, no puede resolverlo. Me pregunto, señorita Domínguez, ¿estoy en lo cierto?
Cuando Daniel terminó de hablar, miró a Lidia con confianza.
El llamado síndrome era una rara enfermedad congénita casi incurable. La mayoría de las personas que lo padecían morían a una edad temprana.
Al escuchar sus palabras, fue como si a Lidia le hubiera caído un rayo encima. Sus ojos se abrieron de par en par y su rostro palideció mientras miraba a Daniel con incredulidad. Lo que él describía era exactamente igual a lo que ella había vivido. ¿Cómo lo sabía?
Como su enfermedad era bastante privada, Lidia sólo se lo contaba a su madre. Incluso cuando iba al médico, le pedía a otra persona que le trajera la medicina. Su identidad era especial y, si se supiera, causaría un gran revuelo.
—A lo sumo de tres a cinco años, o incluso de diez meses a un año, tal vez perecerá, señorita Domínguez.
La expresión de Daniel poco a poco se volvió seria mientras hablaba solemnemente.
¡Praz!
Lidia se quedó atónita y su mente se quedó en blanco.
«¿Qué está diciendo? ¿Voy a morir?».
Al momento siguiente, un estallido de resplandor apareció en los ojos de Lidia mientras miraba fijamente a Daniel.
—Puedes curarlo, ¿verdad?
—Ya que puedo hablar de ello, es natural que pueda curarlo —Daniel asintió.
La enfermedad era bastante complicada, pero no era difícil para Daniel. La Escritura Inmortal del Saco Azul tenía innumerables métodos, incluido el síndrome. Incluso las enfermedades incurables se tratarían con facilidad cuando Daniel alcanzara el tercer nivel. Ahora, el juego de Agujas de Siete Estrellas en su mano era suficiente para curar a Lydia.
—Entonces, por favor, sálvame. —La expresión de Lidia era resuelta, ya que pidió de inmediato sin andarse por las ramas.
Daniel sonrió.
«Qué sencillo».
—Le daré la medicina. Tómela después de la puesta del sol. Usé el poder medicinal esta noche para suprimir la enfermedad acumulada en su cuerpo. Venga a buscarme mañana para recibir tratamiento. Si tuviera que tratarla directamente, una vez que la enfermedad estalle, sería desastroso. Su cuerpo es demasiado débil para soportarlo, y podría conducir a la calamidad.
Daniel se puso de pie, caminó detrás del mostrador y empacó varios paquetes de medicamentos para Lidia.
—¿Sabe cómo decocer la medicina? —Recuerde, use fuego lento para evaporar todo el poder medicinal. Olvídelo... Le anotaré los pasos para que no lo estropee —Daniel murmuró para sí mismo y anotó el método para decocer la medicina para Lidia antes de detenerse.
Sosteniendo la medicina y mirando a Daniel frente a ella, Lidia de repente sonrió. Era un espectáculo impresionante, suficiente para derrumbar montañas e incluso ríos. En ese momento, el único pensamiento en la mente de Daniel fue:
«¡Qué hermosa sonrisa!».
—Me voy. El pago está en su escritorio y la contraseña es su cumpleaños.
Lidia se encogió, tomó la medicina y se dio la vuelta para marcharse. La luz del sol caía sobre su piel, dándole una tez aún más clara y encantadora.
—¿La contraseña? ¿Mi cumpleaños? ¿Cómo sabe mi cumpleaños?
Daniel se quedó atónito, murmurando confundido.
Sólo le había recetado unos medicamentos y el tratamiento aún no había empezado. ¿Cuánto había pagado por ello?
En la mesa de consulta, la tarjeta bancaria llamaba demasiado la atención.
—Señorita Domínguez, ¿ha dado usted demasiado? —Daniel se apresuró a perseguirla, gritando a la espalda de Lidia.
¿Podría ser que solo hubiera diez o veinte en la tarjeta bancaria?
No creía que Lidia le jugara una broma así, sobre todo porque seguiría necesitándolo para el tratamiento. Después de todo, era poco probable que un paciente le jugara una mala pasada a un médico.
—Este es el pago para dos personas. ¡Tómalo y quédate tranquilo!
Lidia no se dio la vuelta; Agitó el brazo y desapareció a la vuelta de la esquina.
«¿Dos personas?». Daniel estaba un poco desconcertado.
Después de un momento, frente al cajero automático, Daniel ingresó la contraseña y esperó a que cambiara la pantalla. Cuando vio aparecer una serie de números en la pantalla, los ojos de Daniel casi se salieron, su cerebro zumbó y los latidos de su corazón latieron como un tambor.
«¡1,5 millones!».