Capítulo 119 Los fuegos artificiales nunca pudieron competir con su sonrisa
En realidad, Neera compartía el mismo sentimiento que él. No obstante, cuando recordó que solo estaban interpretando un papel, esos sentimientos se desvanecieron de su corazón. Nunca habían estado en verdad casados y nunca habían sido una familia en el verdadero sentido. Venían de mundos diferentes. Si no fuera por esta absurda simulación matrimonial, sus destinos nunca se habrían cruzado de esta manera. Dado que esta farsa terminaría algún día, no tenía por qué darle demasiada importancia a la situación.
Finalmente, el espectáculo de fuegos artificiales llegó a su fin, y los trillizos estaban emocionados por regresar a casa. Cuando Jean llegó a casa, se encaminó a su estudio para continuar trabajando. Había dedicado demasiado tiempo a complacer a los trillizos y ahora tenía poco tiempo disponible. Colocó la estatuilla de cristal en su escritorio con indiferencia después de entrar en su estudio. Ian, quien lo había seguido, detuvo su mirada en la estatuilla, que parecía estar fuera de lugar. Ian nunca habría imaginado que el Señor Beauvort llevaría algo así, y ahora se había convertido en un adorno en el escritorio. La mesa de roble rojo albergaba solo los elementos habituales de una oficina: documentos, una computadora portátil y algunos objetos de decoración costosos. La figurita de cristal, que rompía el equilibrio del escritorio, planteaba una pregunta en silencio.
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