Capítulo 80 La felicidad tiene tu nombre
Llegar al pueblo estaba resultando toda una odisea, pero después de mucho rato pudimos conseguirlo, por fortuna la lluvia estaba cesando y los vientos también así qué pudimos unirnos al grupo de personas que estaban dispuestos a ayudar. Muchas de las casas habían sufrido daños considerables, asimismo los negocios de los pequeños comerciantes que con mucho esfuerzo trabajaban fuertemente para sacar a sus familias adelante, la infraestructura del lugar se vio seriamente afectada y los centros donde las personas podían refugiarse resultaban insuficientes para atender a tanta gente que se vio en la necesidad de acudir a ellos. Llegamos hasta donde estaba el sacerdote del lugar, era el encargado de coordinar los esfuerzos para los nos recibió con mucho agrado, pues lo que hacía falta eran personas dispuestas para tratar de apoyar a tanta gente.
– ¿Por dónde empezamos padre?, Al parecer las afectaciones son muy grandes – le dije al sacerdote.
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