Capítulo 22 La felicidad tiene tu nombre elizabeth

Alex estaba muy molesto conmigo, apenas y me dirigió la palabra en estos días, de cierta manera entendía su razones, pues él consideraba que yo no era capaz de confiar en él, lo cual no era del todo cierto, lo que sucedía es que yo no quería que él se involucrara y pudiera resultar afectado, no soportaría que ese perverso hombre que se dice mi padre, pudiese hacerle algo malo, Alex se había convertido en una persona tan importante para mí al igual que lo era la abuela, que el solo hecho de pensar en que alguien pudiese lastimarlo me llenaba de miedo. Alex y yo nos turnamos para cuidarla, tuve que acceder, pues él no me dejó muchas opciones, sabía que en sus manos mi viejita estaría muy bien, tal como había dicho, alquiló una habitación en el hotel que se encontraba frente al hospital, para que pudiésemos ir y venir sin problema. Los días transcurrían con una inminente recuperación de mi abuelita, los médicos se mostraban optimistas y nosotros también, poco a poco, ella iba recuperando el semblante, el color regresaba a sus mejillas, respiraba con mayor normalidad, la fiebre había desaparecido y el cuadro infeccioso se había reducido al mínimo. Si seguía así, pronto podía ser dada de alta y nosotros regresaríamos a casa. Faltaba tan poco tiempo para la boda, y yo no había tenido oportunidad de encargarme de nada debido a esta situación. Mi padre, no se había atrevido a acercarse al hospital, pues conociéndolo, le daría pánico que pudiesen encarcelarlo. Me preocupaba la actitud de Alex, quería que volviera a comportarse como antes, que me abrazara, que estuviera conmigo, pero la realidad es que seguía estando muy dolido porque le oculté parte de la historia, de esa triste historia de la cual no quería hablar con él para protegerlo. – Señorita, su abuela despertó y pregunta por usted, dijo la enfermera en turno –.