Capítulo 60 El descaro
La mañana inicio con una luz suave que se colaba por las rendijas de la persiana, iluminando la habitación del pequeño Steve con un resplandor cálido. Pero no fue el sol el que sacó de sus sueños a Jordán y Steve, sino el agudo llanto del bebé. Instantáneamente, ambos se pusieron en movimiento, sus sentidos alerta mientras el sonido llenaba la habitación. Jordán, con ojeras marcadas por las noches de insomnio, se adelantó y con manos diestras comenzó a cambiar el pañal del pequeño. Los bostezos y suspiros cansados se mezclaban con el aroma familiar de las cremas y los pañales.
Mientras tanto, Steve se levantó rápidamente y se encaminó hacia la cocina. Con destreza, preparó el biberón, midiendo con precisión las porciones exactas de leche y fórmula. Sabía que esos minutos contaban, que cada segundo era crucial para calmar el llanto del bebé y devolver la calma a la habitación. Volviendo con el biberón en mano, se detuvo en seco al llegar a la puerta del cuarto.
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