Capítulo 8 Amor narcótico
AMOR NARCÓTICO
Advertencia: contenido sensible. Se recomienda discreción.
Helena salió a toda prisa a la casa de su madre. Indira se sorprendió al verla, ya que estaba pálida y temblaba.
—Helena…
—Hola mamá. ¿Puedo pasar?
Indira se hizo a un lado, Helena miró a todas partes cómo asegurándose de que no la hayan seguido y entró. Su madre la invitó a sentarse al sofá mientras fue a la cocina por un vaso con agua y azúcar.
—Tómate esto hija y cuéntame qué te pasa.
—Mamá yo…
Helena se encontraba tan asustada y a la vez avergonzada. Por alguna razón siempre creyó que era una decepción para su madre por ser tan débil. Indira la miraba con expectación, nunca vio tanto miedo en los ojos de su hija.
—Cariño cuéntame por favor. ¿Te están asechando de nuevo? Tendré que llamar a Fermín para que investigue.
—No mamá, se trata de alguien más… ¿Recuerdas a Mirta Zavala?
—Espera… ¿No es una de las pacientes que tuvimos en el programa de ayuda psicológica gratuita?
—Sí mamá, justamente. Estoy aterrorizada, la encontré en mi apartamento hoy, no sé cómo hizo para entrar. Cometí un error, me dejé llevar…
Helena empezó a sollozar. Indira se levantó del sofá alarmada. Se colocó ambas manos en la cabeza y comenzó a caminar de un lado a otro.
—Helena no me digas que… Hace un par de semanas que la referí con el doctor Zambrano, él es psiquiatra. ¿Te involucraste con ella?
—Espera ¿Qué? Eso no es posible, ella no ha dejado de venir a mi consulta.
—El doctor Zambrano y yo llegamos a la conclusión de que no tiene Trastorno Bipolar. Ella sufre TID: Trastorno de Identidad Disociativa. Por eso la referí, no podemos ayudarla. No me evadas la pregunta ¿Te involucraste con ella?
—Sí —admitió avergonzadamente— acepté tomar un café con ella hace como tres semanas. Estuvimos saliendo y la última vez acepté ir a cenar a su departamento. No planeaba quedarme, pero bebimos y…
—¡Por Dios Helena! ¿En qué estabas pensando cuando te...? —le dijo Indira alarmada.
—No mamá, estoy segura que no lo hice, no crucé esa línea.
Flash Back
Helena iba saliendo del consultorio en dirección al estacionamiento de la clínica cuando alguien llamó su atención.
—Hola Helena —saludó acercándose— Qué gusto verte ¿Vas de salida?
—Hola Mirta. ¿Todo bien? Sí, iba a casa porque estoy algo cansada.
—Me preguntaba, sé que quizás es muy atrevido de mi parte y tú no…
—Dime que ocurre —le insistió dulcemente la pelirroja.
—Solo quería saber si te gustaría cenar en mi apartamento esta noche. No tengo como agradecerte lo que has hecho por mí.
—No te preocupes por eso, me alegra haberte ayudado. No me debes nada.
—Bueno Helena es que la verdad… Tú sabes lo mucho que me gustas y quisiera poder cocinar para ti. Pero si no quieres lo entiendo…
Helena lo pensó un poco. No era lo correcto, pero la chica de verdad le atraía y sentía mucha sinceridad en sus palabras. Pensó que una cena era algo inofensivo y decidió aceptar.
—Wow qué alegría —dijo la chica efusivamente— te espero a las siete entonces. Cuando estés abajo me llamas.
Helena llegó al apartamento de Mirta. Sin duda, aunque sencillo era bastante ordenado. Al llegar, le pidió pasar al comedor de una vez y cenaron. Pasaron un rato agradable y luego se fueron al sofá para seguir conversando.
En un momento hubo un silencio y sus ojos se encontraron. Helena vio a Mirta acercarse lentamente y supo que iba a besarla. Cerró los ojos y se dejó llevar. Pero a pesar de que la chica le gustaba, algo en su interior la puso en alerta. Antes de que las cosas se salieran de control, cortó el beso de forma suave y decidió marcharse. Le había pedido ir despacio y no quería echarse para atrás.
Mirta le rogó que se quedara un poco más y le ofreció beber un poco de sidra. Bebieron varias copas hasta que ambas sucumbieron al sueño.
Despertó a las cuatro de la madrugada con una playera de dormir de Mirta y sin nada debajo. A su lado, estaba ésta completamente desnuda y abrazándola. Su cabeza le dolía horrores. Cuando hizo un ademán para levantarse, Mirta despertó.
—Buenos días cariño. ¿Cómo pasaste la noche?
—Hola Mirta. Perdón por despertarte… ¿Qué pasó?
—Cariño ¿Qué no es obvio? Estás vestida con mi playera y la verdad, me encanta como te queda. Esta fue la mejor noche de mi vida.
—Tú y yo… Dios, no puede ser… —Se levantó alterada buscando su ropa— esto no debió pasar.
Helena se vestía rápidamente cuando Mirta comenzó a sollozar.
—Lo siento, mi madre tenía razón. Yo no sirvo, no merezco que nadie me quiera. Soy una basura que no merece amor.
Helena se acercó para abrazarla, le arrugó el corazón ver a la chica tan abatida. La soltó y la tomó de las mejillas, hablándole suavemente.
—Cariño no quise que te sintieras así. En verdad me gustas, pero siento que me aproveché de tu vulnerabilidad. Y aunque no lo sientas así, si se entera la directora de la clínica y la comunidad médica puedo perder mi licencia, porque violé las reglas al involucrarme contigo en el momento que lo hice. Porque aún eras mi paciente. Mirta, eres una gran chica, no lo olvides. Pero no podemos continuar con esto. No puedo dejar que esto avance más, perdóname.
Helena tomó su bolso y salió por la puerta.
Fin del Flash back
—Al día siguiente me hice unos laboratorios y un chequeo ginecólogico. El resultado arrojó que había restos de Temazepam en mi organismo y no había evidencia de que tuve relaciones sexuales. Mirta me drogó para hacerme creer que estuvimos juntas. Y hoy cuando voy a mi apartamento, la encuentro adentro. Tengo miedo mamá. Ella se creó una fantasía en su cabeza de que nos iremos a Alemania a casarnos y vivir juntas. La convencí de que la llamaría para que se fuera, la llevé a su casa y me vine para acá.
—Helena esto es muy serio. El doctor Zambrano y yo descubrimos que tiene dos personalidades: Mirta que es la que tú y todos conocemos. E Irina, su alter ego; que es fría, calculadora, manipuladora y carece de empatía. Estas últimas semanas notamos que Irina está supliendo a Mirta la mayor parte del tiempo y como ella se enamoró de ti, Irina hará todo porque estés con su alter ego a toda costa y no se va a detener. Le ordené a Fermín que nos coloque guardaespaldas nuevamente, ambas corremos peligro. No volverás a tu departamento.
Helena llegaba en la mañana a la clínica. Apenas pisó la entrada, oyó un llamado por el altavoz.
“Se le agradece a la doctora Helena Cabral presentarse en la Dirección urgentemente”
Todos la miraron con confusión, pues nadie sabía que la directora era su madre y tanto ella como Indira querían mantenerlo así.
—Buenos días doctora Cabral. Por favor cierra la puerta y siéntate.
—Ok directora. ¿Para qué me mandó a llamar?
—Hallaron a Mirta Zavala muerta en un callejón. El informe de la policía dice que el hecho ocurrió alrededor de las tres de la mañana de hoy y el móvil fue ajuste de cuentas. Hallaron varias jeringas y restos de heroína en su apartamento.
—Dios mío eso no puede ser —dijo la pelirroja y sus ojos se cristalizaron— nunca creí que usara drogas. Pobrecita. ¿Ya avisaron a sus familiares?
—No se ha localizado ninguno, al parecer no tiene. Necesito que vayas a identificar el cuerpo para poder darle cristiana sepultura. Haré el papeleo para que la clínica corra con los gastos.
Helena se dirigió a la morgue de la clínica y el forense le mostró el cuerpo. Efectivamente, se trataba de Mirta. Sintió un vuelco en el estómago cuando éste comenzó a darle detalle de las heridas que tenía en el abdomen, un total de siete puñaladas entre el pecho y estómago. Sin duda tuvo una muerte dolorosa.
Helena volvió a la Dirección, le confirmó a su madre y ésta inició los trámites pertinentes. Indira ordenó la cremación y el cofre fue sepultado esa misma tarde en el Cementerio Nueva Delair. Al sepelio sólo fue ella y Helena, ya que no lograron contactar a ningún pariente.
Luego de eso Helena volvió a su apartamento. Se sentía devastada y algo culpable. Pensó en que si no la hubiera rechazado, quizás ella no hubiera enloquecido y estaría viva.
Lamentablemente ya no podía ayudarla, Mirta debía ser internada en una clínica de salud mental porque representaba un peligro para ella misma y para los demás. Pero Helena veía algo bueno en ella, esa era su debilidad. Siempre veía algo bueno en las personas.
“No es justo, era tan joven… Con el tratamiento adecuado y apoyo emocional hubiera tenido una vida normal… Quizás la pude haber ayudado, pero no podía corresponder a sus sentimientos… En qué momento, esa dulce chica se convirtió en una psicótica acosadora… Cómo no pude detectarlo a tiempo…”
Helena lloró esa noche hasta quedarse dormida.