Capítulo 3 Amor de hermanas
AMOR DE HERMANAS
Helena llegaba a la casa de su madre después de un día difícil en la clínica. Fue a la cocina, tomó un vaso de jugo y bebió un poco. Cuando iba subiendo las escaleras para entrar a su habitación, oyó unas risas en la habitación de su hermana. La puerta estaba entreabierta y pudo ver a Kathy inhalando una línea de un polvo desconocido.
Iracunda empujó la puerta violentamente y dirigió su atención al chico y a la chica que estaban a su lado. Empuñó sus manos y apretó los dientes.
—Tú y tú, largo de mi casa. ¡Ahora!
Los chicos salieron despavoridos brincando por la ventana y corrieron a la calle. Helena se enfocó ahora en su hermana.
—¿Qué significa esto?
Kathy le respondió con total ironía.
—No creo que una universitaria como tú no sepa lo que es. ¿Con qué derecho corres a mis amigos y entras a mi habitación sin tocar?
—Soy tu hermana mayor y dejaste la puerta abierta idiota, pudo haber sido mamá.
—¿Y qué diferencia hace? No tardarás en decirle, Santa Helena. Bien feliz que te haría que me manden a un internado para que tengas toda la atención de mamá.
—No seas idiota Kathy, no quiero que te alejen de mí. Escucha, no soy nada perfecta, sólo me esfuerzo mucho. Hagamos un trato: no le diré a mamá si prometes no hacerlo más. Por favor hermana. ¿Vale la pena que te autodestruyas por ese maldito? Él se lo pierde, tú eres una buena chica y ya conocerás a un chico que valga la pena.
—Está bien hermana, lo prometo. Es que duele mucho Helena, lo sabrás cuando te enamores. Me duele respirar al saber que no está conmigo. Lo necesito.
Helena se sentó en la cama y abrazó a su hermana.
—Tranquila, yo estaré apoyándote a partir de ahora. Oye, tienes un concepto equivocado de mí. ¿Crees que mi vida es perfecta? ¿Qué te hace pensar que yo no tengo conflictos? Sabes, me gusta alguien, pero no es correcto —le soltó por fin.
—¿Porque es una chica?
—Porque es mi paciente... Espera ¿Qué? ¿Cómo lo supiste? —abrió los ojos lo más que pudo.
—Por favor Helena. ¿Cuándo has presentado a un novio? Ya casi todas tus amigas están casándose o con pretendientes mientras que tú... chica hermosa, veintidós años y sin ganado. Es muy fácil deducirlo —dijo con obviedad.
Helena se sonrojó casi del color de su cabello. Kathy se separó del abrazo para disfrutar de su avergonzada hermana.
—¿Crees que mamá lo sepa?
—Créeme lo sabe. Sus amigas lo han insinuado y ella te defiende. Créeme, a ella no le importa en lo absoluto. Te ama igual.
—También te ama Kathy, es sólo que te has encerrado desde que pasó lo de Kevin. Vamos, limpia este basurero mientras yo preparo un suero para que te corte el efecto. Te bañarás y cambiarás, no podemos dejar que mamá te vea así. ¡Kathy Cabral volverá a brillar!
Kathy sonrió mientras Helena salió a su habitación. Su alegría se desvaneció al pensar que llevaba meses drogándose y no sería fácil dejarlo. Amaba la capacidad que tenía Helena de ver la vida con simpleza. Y sabía que ella quería ayudarla de corazón. La pregunta era ¿Quería ella recibir ayuda?
Pasaron un par de días y Helena se desocupó temprano. Quiso darle una sorpresa a su hermanita llevándola a comer helados. Fue al colegio a recogerla y se encontró con Zareska, su antigua mejor amiga. Al verla, los ojos angustiosos de la chica la hicieron temer lo peor. Fueron al baño y en el último cubículo la encontraron, estaba inconsciente.
Helena llamó a su madre y ésta le dijo que la llevaran al Hospital Bernabéu. Este estaba en Zaragoza. Mientras atendían a Kathy, Zareska le contaba a Helena que su amiga se distanció y andaba con malas compañías. En dos ocasiones intentó llevarse a Kathy a la fuerza, pero ésta se ponía muy violenta y la golpeaba.
“Familiares de Kathy Cabral por favor”.
Helena se acercó al médico y éste le dijo que estaba fuera de peligro. La condujo a su habitación.
—Kathy, cariño...
—No vengas a sermonearme, por favor.
—Me lo prometiste, dijiste que no lo harías más —le reclamó con los ojos aguados.
—Perdóname, te mentí. Esa no era la primera vez, llevo meses metida en esto. Ya no aguanto más Helena, lo que quiero es morir.
A Helena se le escaparon unas lágrimas. Cómo era posible que su hermanita, con sólo diecisiete años pensara en la muerte.
—Quiero ayudarte, pero tienes que decirme cómo.
—Mátame —dijo con voz gélida.
—No haré tal cosa —se abalanzó sobre ella y la abrazó— Demonios Kat, pídeme lo que sea menos eso.
—No es sólo que Kevin me dejó. ¿De acuerdo? Me embaracé y me convenció de no tenerlo. El médico que me practicó el aborto, removió todo por dentro e hizo un desastre. Nunca podré ser mamá, Helena ¿Puedes entender eso?
Helena se separó y la miró desconcertada. Eso explicaba muchas de las actitudes posteriores a esa semana que volvió de la casa de la playa de los papás de Kevin.
—Ningún hombre querrá estar con una mujer como yo. Quería tener muchos hijos al lado del idiota ese y ahora ni lo uno ni lo otro.
—¿Se lo dijiste a mamá?
—No, eres la primera persona a la que se lo cuento. Ni siquiera lo sabe Zareska. He pasado por este infierno yo sola.
En eso venía entrando Indira toda azorada.
—Cariño vine tan pronto como pude. ¿Estás bien?
Indira abrazó a Kathy. Ésta le lanzó una mirada a Helena sobre lo conversado antes para que guardara silencio.
—Sí mamá, estoy bien.
—Demonios Kathy, vas a producirme un infarto. Hablé con tu tío Demetrio y he decidido enviarte a un internado en Marsella. Allí está tu prima Galina.
—Helena ¿Puedes traerme un jugo natural? Y no hay prisa.
—Está bien Kat, ya regreso.
Helena salió rumbo al cafetín del hospital para dejar a madre e hija a solas.