Katya nunca estuvo tan agradecida con Artem. Ella retó a Egan con una ceja alzada y una sonrisa pícara. Egan parecía que se pondría tan rojo que explotaría.
– ¿Acaso quieres exponerla al peligro? –Egan exigió–. Si a ella le ocurre algo, ni tú ni yo…
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