Capítulo 32 Trabajo a discreción
A la mañana siguiente, Katya despertaba de buen humor. Una dulce colonia juvenil se le colaba por la nariz y una manta tibia la cubría de lo peor del frío de la noche. En medio de la bruma del sueño, creyó sentir unos dedos suaves que le acariciaban desde su mejilla hasta su mentón. Pero cuando despertó por completo se dio cuenta que no era ningún sueño todo aquello que sintió, pues lo primero que sus ojos vieron al despertar, era el duro cuerpo de Egan literalmente encima y alrededor de ella. Katya estaba enterrada en el pecho de Egan, con los brazos de él justo alrededor suyo. Las alarmas de Katya inmediatamente se alzaron, mientras intentaba con desesperación, pero con suma precaución a su vez, salir de aquella trampa para osos llamada "brazos de mafioso". Egan gruñó desde el fondo de su garganta cuando el cuerpo de Katya ya estaba fuera de su alcance y a él solamente le quedó un espacio vacío con una almohada cálida.
Katya se puso unos calcetines y salió corriendo de la habitación, reprendiéndose nuevamente por no haber sido consciente de rodar hasta los brazos de Egan. Pero entonces se preguntó, ¿quién, en realidad, terminaba en los brazos de quién? Porque las almohadas habían desaparecido y ella seguía desde su espacio en la cama. Eran Egan quien llegaba hasta ella, pero aun así Katya era culpable al permitir que eso sucediera mientras dormía y bajaba la guardia. Tendría que buscar su propia habitación, incluso en contra de las órdenes de Egan; ella no podía permitir que ambos compartieran tanto espacio juntos.
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