Capítulo 135 Nuestra hija no tiene tiempo
Las rejas de la casa de Artem se abrieron y él los dirigió a los cuatros por un lado de su casa. La rodearon, logrando apenas visualizar un poco del interior a través de las ventanas. Era una bonita casa victoriana de color gris ceniza, su techo era clásico, con algunas tejas para decorarlo y plantas bien recortadas.
Artem se dirigió hasta un patio con piscina en la parte trasera de su casa. Se sentó en una mesa con una enorme sombrilla playera, invitándole a los demás a sentarse con él.
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